Riesgos existenciales y la Covid-19

Aníbal Monasterio Astobiza vocal de LI²FE 



No, seguramente, el nuevo coronavirus (SARS-CoV-2) no causará el colapso civilizatorio, ni pondrá en riesgo existencial a la humanidad. Pero las pandemias que ocurren de manera natural e incluso la utilización deliberada de virus como armamento biológico, son claros riesgos existenciales con una alta probabilidad de provocar catástrofes y/o una amenaza de destrucción del potencial a largo plazo de la humanidad.


Por una coincidencia que ni la mejor campaña de márquetin podía prever, el nuevo libro del filósofo Toby Ord ha sido, recientemente, publicado en estos tiempos excepcionales que vivimos a causa del Covid-19. Un libro que ofrece una reorientación moral de los problemas hacia el impacto de las acciones y decisiones en la vida de las futuras personas y generaciones. 



Tradicionalmente, la ética ha sido presentista, es decir, mira y ha mirado hacia el presente. Ha considerado acciones y calificado su corrección o incorrección por su impacto en el aquí y ahora. Si en la situación excepcional que vivimos un médico con escasos recursos decide priorizar ventiladores sobre la base de la edad, la utilidad o la esperanza de vida de una supuesta persona, su decisión tiene efectos inmediatos en el aquí y ahora de la vida de esa supuesta persona (Véase, este artículo y este para un acercamiento a los dilemas morales en el triaje).


Sin embargo, los riesgos existenciales invocan un nuevo tipo de ética, una reorientación moral largoplacista que está concernida con el impacto de nuestras acciones en el futuro a largo plazo. Si a partir de ahora invertimos más en ciencia, fortalecemos nuestro sistema sanitario y dedicamos esfuerzos a vigilar y controlar potenciales trasmisiones y brotes de virus, estaremos pensando no solo en nosotros, sino en vidas futuras (Véase, este libro del filósofo Daniel Innerarity).


La ética largoplacista es idónea para enmarcar el pensamiento sobre los potenciales riesgos existenciales de la humanidad. Es una ética que nos permite tomar conciencia de la fragilidad de todo lo que hemos construido como civilización humana -la inmensa riqueza de nuestro legado cultural, artístico, científico...- y todo lo que queda por construir dado el vasto tiempo que nos queda si somos capaces de encontrar refugio y salvaguardar el potencial de la humanidad.



Está en nuestras manos superar los retos y navegar exitosamente los riesgos existenciales que amenazan a la humanidad.

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