Vivimos una terrible situación de pandemia que desgraciadamente deja a media luz cuestiones que también son vitales para una sociedad, como es el caso de la reforma educativa en curso en el Parlamento español. Se trata de la LOMLOE, una nueva Ley orgánica de educación que reformará la vigente LOMCE o “ley Wert” y que aspira a configurar el futuro de la enseñanza no universitaria en nuestro país.
Ha quedado así en penumbra una reciente votación en la Comisión de
Educación del Congreso donde se ha rechazado incluir la asignatura de Ética en el 4º curso de la ESO, con los votos favorables a este rechazo por parte de los representantes del PSOE y del PNV, en una decisión absolutamente incomprensible.
Precisamente hace ya dos años, el 17 de Octubre de 2018, se alcanzó uno de los pocos consensos en el Congreso cuando la Comisión de Educación aprobó por unanimidad la necesidad de garantizar que la Filosofía contara con un «ciclo formativo» de tres cursos en la Enseñanza Secundaria Obligatoria y Post-obligatoria, recuperando la situación anterior a la LOMCE, con tres asignaturas comunes para todo el alumnado: la Ética de 4º de ESO, la Filosofía de 1º de Bachillerato y la Historia de la Filosofía de 2º de Bachillerato. La Unión Europea ha asignado a la Ética un papel central en su política de investigación científica e innovación tecnológica.
Desde el programa Horizonte 2020, todas las investigaciones e innovaciones tecnocientíficas deben incluir un análisis crítico de sus implicaciones éticas, sociales y ambientales. Y la UNESCO, a la que se alude en varias ocasiones en el Proyecto de Ley, en su Declaración de París de 1995, afirma que “los estudios de Filosofía constituyen el único modo de educar en valores de alcance y tensión universales, es decir, que no dependan ni estén sometidos a creencias (religiosas o de cualquier tipo) ni de opciones políticas”. Por ello no puede confundirse la Ética con otras materias de carácter informativo del tipo “educación cívica” o “valores constitucionales”. La Ética es una disciplina académica contrastada y con enorme tradición dentro de la Filosofía. Incluirla como materia común está fuera de toda acusación de “adoctrinamiento” y queda lejos de una moralina inane. La pretensión de la asignatura de Ética es dotar al alumnado de recursos e instrumentos para afrontar los grandes desafíos éticos de nuestro tiempo, una época de enorme complejidad, de riesgos y emergencias globales y sistémicas.
Desafíos como la digitalización, las tecnologías disruptivas, la emergencia climática, las desigualdades, la desafección política, los conflictos interculturales… y la actual pandemia. ¿Cómo se puede demandar responsabilidad, individual y social, y a la vez hurtar a nuestros jóvenes la posibilidad de recibir, precisamente, las herramientas conceptuales y argumentativas de la ética para “hacerse cargo” de una situación tan compleja y fortalecer, en consecuencia, la confianza social y los lazos comunitarios?
La ética contribuye sustancialmente a la confianza que, como recordaba la OMS, constituye el ingrediente crítico para cualquier respuesta a la COVID-19. La confianza basada en la ética, que refuerza hábitos y convicciones, produce incentivos para la cooperación social, mientras que la desconfianza y el descrédito son letales para las organizaciones, las instituciones y la sociedad en general.
Sin embargo, si se mantiene la situación actual, podría suceder que los
estudiantes españoles terminasen el periodo educativo obligatorio sin haber cursado jamás una materia de índole filosófica. Eliminar la Ética de 4º de ESO es negar a los jóvenes el derecho a recibir una formación básica y rigurosa en filosofía moral, impartida por profesorado especializado y en línea con lo que la sociedad demanda: un comportamiento ético y responsable, tanto en la ciudadanía como en sus dirigentes, que nazca de la convicción y la asunción libre y crítica de los valores que, como sociedad democrática, compartimos.
Esto exige un aprendizaje basado en el diálogo, la reflexión, la argumentación racional y el examen crítico de las doctrinas morales y políticas de las que se ocupa la Filosofía. Es en este marco filosófico donde cabe enseñar a los estudiantes a afrontar los grandes retos que presenta el mundo contemporáneo. ¿Cómo es posible que hoy se rompa este consenso? ¿Quién teme a la ética en la enseñanza de nuestro país? No es de recibo llenarse la boca de apelaciones a la responsabilidad social, a la ética y a la integridad en las instituciones de todo tipo (gobiernos, ciencia, empresas) para luego negar el pan y la sal a la Ética en la Enseñanza Secundaria Obligatoria.
Ojalá este despropósito pueda subsanarse en el paso del Proyecto de ley por el Senado y sus señorías regresen responsablemente al consenso alcanzado para que la Ética sea una asignatura común en 4º de ESO. No demos lugar a lo que señala con sorna Amartya Sen: la ética es como el oxígeno; nos acordamos de ella cuando falta.
Txetxu Ausín
Presidente de la Red Española de Filosofía
Científico Titular del Instituto de Filosofía, CSIC
@AusinTxetxu