Aníbal Monasterio Astobiza vocal de LI²FE
La ética y la estética no comparten vinculación léxica/etimológica, ni muchos paralelismos conceptuales o teóricos. Bueno, sí que comparten que ambas son ramas de estudio de la filosofía. Pero, ¿qué relación existe entre lo bello y lo bueno? Siempre me ha dejado intrigado ver que muchos autores hablen de la estética y de la ética como similares, como dimensiones que se encuentran y solapan en algún que otro punto. Pero muy pocas veces he visto explicitar de un modo articulado esta idea de un posible punto de encuentro entre la ética y la estética. Sí, es verdad, la escolástica medieval nos hablaba de los trascendentales del ser (unum, verum, bonum et pulchrum) donde se pensaba en una armonía y conjunción entre la unidad, la verdad, la virtud y la belleza física, pero a oídos contemporáneos esto suena muy metafísico y abstracto.
La ética, rama de la filosofía que estudia el por qué nos comportamos como nos comportamos, proviene de la raíz griega ethos que en su día significó morada, pero que adquirió el sentido de costumbre. La estética que proviene de la raíz griega aisthetikê significa sensación y tal como definió el gran Aristóteles a la estética, esta es el estudio de las percepciones y sensaciones que los objetos a través de los sentidos nos producen. Visto sus definiciones y etimologías es muy difícil encontrar un enganche entre ética y estética.
Pero sí que lo hay. Las apariencias y representaciones de las cosas pueden inducir una idea de cómo resulta que las cosas se van a comportar. Wittgenstein dijo que la estética y la ética son una y la misma cosa (Cuadernos 1914-1916). No hace mucho tiempo si yo veía a alguien que entra por la puerta con un pantalón militar podía deducir inmediatamente que era militar. Y la cadena de inferencias me podían llevar a dibujarme una idea de cómo era su personalidad y carácter. El estereotipo de un militar (que no juzgo que sea bueno o malo) es que es valeroso, entregado a la disciplina y obediencia, al honor y la lealtad. De un pantalón (estética), al carácter (ética). Pero esta relación causal entre ética y estética en la actualidad se ha ido difuminando.
Hoy en día es más fácil aparentar lo que no se es. Mostrar una imagen –estética- que implica un tipo de personalidad –ética- que no se posee. En el año 2009 Eric Schwitzgebel y Joshua Rust realizaron una encuesta sobre las actitudes y comportamiento de profesores de ética en EE.UU. comparando sus actitudes y comportamiento con las de otros profesores de filosofía, pero no de ética, y con otros profesores de otras disciplinas. Sus resultados, replicados recientemente con una muestra de profesores alemanes (Schönegger y Wagner 2019), mostraban que los profesores de ética no se comportan moralmente de manera diferente que otros profesores (Schwitzgebel y Rust 2013). Podríamos resumir estos estudios de filosofía experimental con la expresión del refranero popular: el hábito no hace al monje.
Parece ser que no es razonable juzgar a las personas por su apariencia externa. Por lo que parecen a los sentidos que son y representan. Un profesor de ética no va a ser más ético que un profesor de epistemología, ni tampoco mucho más, ni mucho menos, que un profesor de matemáticas por el mero hecho de que lo aparentan ser. Entonces, ¿por qué esa presunta confluencia entre estética y ética? La interdependencia manifiesta entre la estética y la ética no solo puede ser explicada porque ambas disciplinas tratan de valores: valores estéticos y/o valores morales. Tampoco porque ambas disciplinas sean parte o ramas de una misma área de estudio, la filosofía, y en esta última exista alguna especie de unidad cognoscitiva o lógica entre sus partes. Mi propia intuición es que tenemos una predisposición a considerar la estética y la ética como interdependientes porque ambas son formas de conocimiento perceptual.
Propiedades perceptivas de los objetos nos permiten evaluarlos como bellos, pero también propiedades perceptivas de las cosas, situaciones y personas nos permiten evaluarlas como morales. Qué propiedades son estas es el tema de debate de milenios de reflexión ética y estética, pero no cabe duda que ciertas propiedades que percibimos son consideradas morales y/o estéticas. Y como percibimos ambas propiedades puede haber una co-extensión entre ambas. Porque si no, cómo explicar que las grandes obras de arte pueden tener un rol en nuestra educación moral y en el bienestar de las personas.
A pesar de todo, estética es ética.